Cuando hace más de 6 años cambié tierras manchegas por huerta
mediterránea, tomando un café en la pastelería del pueblo conocí al
hada. Tenía la boca -o la cara entera- llena de chocolate.
Intercambiamos palabras con sus padres, caminamos el regreso juntos y
coincidimos las madres como diseñadoras. Ella de indumentaria, yo
gráfica.
Pasados dos años nos mudamos, los encuentros se espaciaron (mea culpa, la señora siempre ocupada) aunque seguimos manteniendo el contacto.
Y así, de repente, el hada que ya sabe comer sin mancharse entera con chocolate, toma la comunión. El vestido que le hizo la madre no podía ser más exacto.
Y yo no podía menos que llenarle de flores el carrito, para que la acompañe en ese día tan especial.
Patricia, me alegra mucho que lo hayáis disfrutado.
Pasados dos años nos mudamos, los encuentros se espaciaron (mea culpa, la señora siempre ocupada) aunque seguimos manteniendo el contacto.
Y así, de repente, el hada que ya sabe comer sin mancharse entera con chocolate, toma la comunión. El vestido que le hizo la madre no podía ser más exacto.
Y yo no podía menos que llenarle de flores el carrito, para que la acompañe en ese día tan especial.
Patricia, me alegra mucho que lo hayáis disfrutado.
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